Salvación y Defensa (Salmo 54)

Los problemas y las dificultades son propios de este mundo (Sn. Jn. 16:33), no hay ni uno solo que jamas haya llorado por alguna pena, o alguien que no haya experimentado el dolor al menos en su más mínimo nivel. El catalogo de circunstancias dolorosas es amplio puede ir de perder un ser amado, fracasar sentimentalmente, ser victima de algún abuso, enfrentar el rechazo o maltrato, padecer una crisis de salud, familiar o económica, etc. Sin embargo ¿qué pasa cuando las aflicciones parecen superan nuestros limites? ¿qué recurso nos queda cuando nuestras fuerzas se agotan y nuestros "enemigos", parecen apoderarse de nosotros? El rey David estuvo en circunstancias parecidas en diversas ocasiones, y aunque no fue un maestro en el manejo de los momentos difíciles, al menos descubrió una receta que le mantuvo a flote en estas circunstancias. El salmo 54 resume su experiencia y lo aprendido por el: 1. Clama a Dios, pide, ora (v.1 y 2):  No hay mayor fuente de fortaleza que en el Señor, el es nuestra mayor esperanza, nuestra "Roca eterna, nuestra protección, nuestra fuerza, nuestra Salvador, nuestro auxilio en la tribulación, consolación en el dolor" 2. Se especifico, cuales son las razones de tu oración (v.3): Aunque el ya conoce bien nuestras aflicciones (Ex. 3:7) las entiende (He. 4:15), las ha experimentado con nosotros (Isa. 53:3,4); es necesario ser específicos al hablar con el, dile lo que sientes, háblale como al amigo o amiga de todas tu confianza. Expresale cuales son esos "extraños que se han levantado contra ti", quienes son esos "hombres violentos que buscan tu vida". 3. Confía en el, cree en el, déjalo en sus manos (v.4 y 5): A nuestra naturaleza humana y caída le cuesta tanto creer como confiar, nos sentimos bien haciendo las cosas por nuestra cuenta, nuestro orgullo no nos permite aceptar que simplemente hay cosas que no podemos hacer ni controlar; atrévete a confiar en Dios, creele, déjate guiar por el, deposita todo en sus manos, el se encargara del resto. 4. Adorale, Alábale, trae tu ofrenda (v.6): Hacer un sacrificio para Dios era parte de la adoración, era un acto de entrega, de confianza plena y sumisión y agradecimiento, mientras que la alabanza es declarar mediante palabras (poemas, canciones, salmos, etc) las bondades de Dios y festejar por un acto efectuado en favor del adorador. Esto significa que tanto la alabanza como la adoración tienen que ser un producto de confiar en el Señor, de ejercer fe en el y la respuesta hacia las bendiciones recibidas. Presentamos a Dios nuestras ofrendas de adoración y alabanza no para que el conteste nuestras oraciones, nos rescate y nos defienda, sino porque confiamos en que el actuara en nuestro favor pues nos ama y le amamos y como respuesta a sus actos de salvación y defensa hacia nosotros. Un corazón que confía en el Señor se reflejara en la adoración y alabanzas que le tributa a él. 5. Comparte con otros como el Señor te respondió: El salmo 54 en si es un testimonio publico de lo que el Señor hizo en la vida del rey David, cuando Dios nos haya sacado de la aflicción en la quizás nos encontremos hoy, debemos convertirnos en testificadores de su poder y su amor.

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